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Habitos de alimentacion en educacion infantil

Evaluar la eficacia de la promoción de una alimentación sana

La relación que padres e hijos (o cuidadores y niños) establecen en torno a la comida se denomina relación de alimentación (Satter 1992). La dinámica de la relación de alimentación es mucho más que proporcionar nutrientes al niño.

El aumento de peso en la infancia ha recibido mucha atención recientemente porque muchos niños tienen sobrepeso, y los niños con sobrepeso de hoy son significativamente más pesados que los niños con sobrepeso del pasado. La investigadora Julie Lumeng (2005) informa de que entre los niños de 6 a 23 meses, la prevalencia del sobrepeso aumentó del 7 al 12 por ciento entre 1976 y 2000. Y el porcentaje de sobrepeso se ha duplicado con creces (del 5 a más del 10 por ciento) entre los niños de 2 a 5 años (Ogden et al. 2002). Esta aceleración es bastante reciente, y la mayor parte del aumento se produjo entre 1990 y 2000.

Resulta interesante comprobar que, en el caso de los niños menores de tres años, un niño con sobrepeso no tiene más probabilidades de tener sobrepeso cuando sea un adulto joven que un niño sin sobrepeso (Lumeng 2005). Sin embargo, un niño con sobrepeso a partir de los tres años tiene casi ocho veces más probabilidades de tener sobrepeso como adulto joven que un niño de tres años sin sobrepeso (Whitaker et al. 1997). La realidad es que los niños aprenden hábitos alimentarios saludables desde que nacen, desde su primera toma de leche.

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Beneficios de una alimentación sana en la primera infancia

La alimentación es un acontecimiento primordial en la vida de un bebé y un niño pequeño. Es el centro de atención de los padres y otros cuidadores, y una fuente de interacción social a través de la comunicación verbal y no verbal. La experiencia de comer no sólo proporciona sustento, sino también una oportunidad de aprendizaje. No sólo afecta al crecimiento físico y la salud de los niños, sino también a su desarrollo psicosocial y emocional. La relación de alimentación se ve afectada por la cultura, el estado de salud y el temperamento.

El componente esencial del comportamiento alimentario de los niños pequeños es la relación entre el niño y el cuidador principal. Los tres primeros años de vida suponen un reto especial porque las capacidades y necesidades de alimentación del niño cambian con el desarrollo motor, cognitivo y social.    En la primera etapa (del nacimiento a los tres meses) de autorregulación y organización, el niño integra las experiencias de hambre y saciedad para desarrollar patrones regulares de alimentación. En la segunda etapa (de tres a siete meses), el bebé y sus padres forman un vínculo de apego que les permite comunicarse entre sí y el bebé desarrolla comportamientos básicos de confianza y autocalentamiento.    En la tercera etapa (de seis a 36 meses), el niño se va “separando” emocionalmente de sus padres y descubre un sentido de independencia o autonomía, haciendo uso del desarrollo de sus habilidades motoras y lingüísticas para controlar el entorno y establecer una alimentación independiente.

Promover una alimentación sana en la educación infantil

La relación que padres e hijos (o cuidadores y niños) establecen en torno a la comida se denomina relación de alimentación (Satter 1992). La dinámica de la relación de alimentación es mucho más que proporcionar nutrientes al niño.

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El aumento de peso en la infancia ha recibido mucha atención recientemente porque muchos niños tienen sobrepeso, y los niños con sobrepeso de hoy en día son significativamente más pesados que los niños con sobrepeso del pasado. La investigadora Julie Lumeng (2005) informa de que entre los niños de 6 a 23 meses, la prevalencia del sobrepeso aumentó del 7 al 12 por ciento entre 1976 y 2000. Y el porcentaje de sobrepeso se ha duplicado con creces (del 5 a más del 10 por ciento) entre los niños de 2 a 5 años (Ogden et al. 2002). Esta aceleración es bastante reciente, y la mayor parte del aumento se produjo entre 1990 y 2000.

Resulta interesante comprobar que, en el caso de los niños menores de tres años, un niño con sobrepeso no tiene más probabilidades de tener sobrepeso cuando sea un adulto joven que un niño sin sobrepeso (Lumeng 2005). Sin embargo, un niño con sobrepeso a partir de los tres años tiene casi ocho veces más probabilidades de tener sobrepeso como adulto joven que un niño de tres años sin sobrepeso (Whitaker et al. 1997). La realidad es que los niños aprenden hábitos alimentarios saludables desde que nacen, desde su primera toma de leche.

Qué es la eficacia y la efectividad en el hábito de comer sano

Todos los niños que acuden a la guardería necesitan comidas, meriendas y líquidos (bebidas) saludables con regularidad. La promoción de la salud de los niños es un aspecto importante de la atención infantil de calidad. Es importante que los niños acogidos reciban comidas nutritivas y disfruten de experiencias positivas a la hora de comer. Las investigaciones han demostrado que algunos niños acogidos pueden no recibir suficiente cantidad de algunos nutrientes dietéticos importantes. Independientemente de que se ofrezcan alimentos, todos los servicios de atención a la infancia tienen la responsabilidad de promover una buena nutrición de los niños a su cargo. Las guarderías y todo el personal deben estar familiarizados con las normas de higiene, los principios de nutrición para los niños y las leyes de seguridad alimentaria.

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proporciona directrices nacionales para el cuidado de los niños, que abarcan todos los ámbitos de la atención. Estas directrices contienen información sobre todos los aspectos de la calidad del cuidado de los niños, incluidas las normas de disciplina, higiene, programación, comunicación, alimentación y nutrición.

La comida que se ofrece en las guarderías tiene un papel importante en el crecimiento y el desarrollo de los niños y en la formación de futuros hábitos alimentarios. En las guarderías de larga duración, los menús deben tratar de satisfacer una parte importante de las necesidades nutricionales diarias del niño. Se debe ofrecer a los niños una variedad de alimentos como verduras, frutas, cereales, carne magra, pescado, pollo, leches, yogures y quesos, incluyendo una gama de texturas y sabores, adecuados a las etapas de desarrollo de los diferentes grupos de edad.