Conclusion temas oposiciones secundaria
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desventajas de los exámenes
Los exámenes son una forma habitual de examinar los conocimientos y habilidades de los alumnos en las escuelas de todo el mundo. Algunas personas no están de acuerdo en que los exámenes crean una competencia que prepara a los estudiantes para la vida y no deberían ser abolidos. Sin embargo, los expertos afirman que los exámenes no miden los conocimientos de los alumnos. Sin embargo, en mi opinión, los exámenes no deberían suprimirse, ya que motivan a los alumnos a estudiar con ahínco, les ayudan a conocer sus puntos débiles y fuertes y les proporcionan información a los profesores.
Una de las principales razones por las que no deberían suprimirse los exámenes es que éstos motivan a los alumnos a estudiar con ahínco. Por ejemplo, los estudiantes necesitan buenas notas para obtener niveles de progreso y para entrar en la universidad, por lo que deben estudiar mucho para ello. Además, compiten entre sí para obtener mejores notas. Las notas altas les hacen sentirse mejor consigo mismos y aumentan la confianza. Otra razón por la que no deberían suprimirse los exámenes es que ayudan a los estudiantes a conocer sus puntos débiles y fuertes de la asignatura y les indican en qué deben mejorar.
desventajas de los exámenes en la escuela
Una prueba o examen (examen o evaluación) es una evaluación educativa destinada a medir los conocimientos, la habilidad, la aptitud, la aptitud física o la clasificación de una persona en muchos otros temas (por ejemplo, las creencias)[1] Una prueba puede administrarse verbalmente, en papel, en un ordenador o en un área predeterminada que requiere que el examinando demuestre o realice un conjunto de habilidades.
Los tests varían en estilo, rigor y requisitos. No existe un consenso general ni una norma invariable para los formatos y la dificultad de las pruebas. A menudo, el formato y la dificultad de la prueba dependen de la filosofía educativa del instructor, la materia, el tamaño de la clase, la política de la institución educativa y los requisitos de los organismos de acreditación o gobierno.
Un examen puede administrarse de manera formal o informal. Un ejemplo de prueba informal es una prueba de lectura administrada por un padre a un niño. Una prueba formal puede ser un examen final administrado por un profesor en un aula o una prueba de coeficiente intelectual administrada por un psicólogo en una clínica. Las pruebas formales suelen dar lugar a una calificación o a una puntuación de la prueba[2]. La puntuación de una prueba puede interpretarse con respecto a una norma o a un criterio, u ocasionalmente a ambos. La norma puede establecerse de forma independiente o mediante el análisis estadístico de un gran número de participantes.
ventajas de los exámenes públicos
Este estudio se llevó a cabo para explorar la relación de los estudiantes de secundaria entre la ansiedad ante los exámenes y su rendimiento en la asignatura de inglés. También se midieron las diferencias de género en cuanto a la ansiedad ante los exámenes. Se recogieron datos de 2.270 estudiantes de décimo grado (1.126 hombres y 1.146 mujeres) seleccionados de 80 escuelas de ocho distritos de la provincia de Punjab. Las relaciones se midieron mediante correlaciones simples (r), correlación múltiple (R) y coeficiente de regresión estándar (β). Se utilizó el ANOVA para averiguar las diferencias, y también se incluyeron los valores Eta cuadrados. Los resultados del estudio indicaron que había una correlación negativa de la ansiedad ante los exámenes con el rendimiento de los estudiantes en la asignatura de inglés. También se concluyó que las alumnas tenían mayor ansiedad ante los exámenes que los alumnos.
… Varios investigadores han informado de la existencia de una relación inversa estadísticamente significativa (correlación negativa) entre la ansiedad ante los exámenes y el rendimiento académico de los estudiantes (por ejemplo, Cassady y Johnson 2002; Chapell et al., 2005; Oludipe, 2009; Khalid y Hasan, 2009; Udeani, 2012;
ventajas y desventajas de los exámenes
Informe – Por Richard J. Shavelson, Robert L. Linn, Eva L. Baker, Helen F. Ladd, Linda Darling-Hammond, Lorrie A. Shepard, Paul E. Barton, Edward Haertel, Diane Ravitch y Richard Rothstein – 27 de agosto de 2010
Todas las aulas deberían contar con un profesor bien formado y profesional, y los sistemas escolares deberían contratar, preparar y retener a profesores cualificados para el trabajo. Sin embargo, en la práctica, las escuelas públicas estadounidenses no suelen hacer un buen trabajo de formación y evaluación sistemática de los profesores.
Muchos responsables políticos han llegado a creer recientemente que este fracaso puede remediarse calculando la mejora de las puntuaciones de los alumnos en las pruebas estandarizadas de matemáticas y lectura, y basándose luego en gran medida en estos cálculos para evaluar, recompensar y destituir a los profesores de estos alumnos examinados.
Aunque hay buenas razones para preocuparse por el actual sistema de evaluación de los profesores, también hay buenas razones para preocuparse por las afirmaciones de que medir la eficacia de los profesores en gran medida por los resultados de los exámenes de los alumnos conducirá a una mejora del rendimiento de los estudiantes. Si las nuevas leyes o políticas exigen específicamente que se despida a los profesores si los resultados de sus alumnos no aumentan en una cantidad determinada, es posible que se despida a más profesores de los que hay ahora. Pero no hay pruebas sólidas que indiquen que los profesores que se retiren sean realmente los más débiles, o que los profesores que se retiren sean sustituidos por otros más eficaces. Tampoco hay pruebas de que los profesores estén más motivados para mejorar el aprendizaje de los alumnos si son evaluados o recompensados monetariamente por los resultados de los exámenes.